Hasta el siglo IX, los habitantes del terreno que se transformó en Holanda eran de origen frisón. El territorio formaba parte de Frisia. A finales del s. IX, Holanda pasó a ser un condado del Sacro Imperio Romano Germánico.

Tiempo después, Frisia Occidental fue conquistada. Tras esta conquista, muchas de las instituciones regionales se referían a Holanda y Frisia Occidental como una sola unidad.

A su vez, confrontamientos armados se relevaron hasta que Jacqueline I, condesa de Henao, tuvo que entregar todas sus posesiones, incluyendo Holanda, a su primo Felipe III de Borgoña, también conocido como Felipe el Bueno, en 1432.

Como consecuencia, Holanda pasó a formar parte de los Países Bajos Borgoñones, y más tarde, en 1477, era un componente más de las Diecisiete Provincias de los Habsburgo. En el siglo XVI, el condado se transformó en la región europea más densamente urbanizada, con la mayoría de la población viviendo en las grandes urbes. En los Países Bajos Borgoñones, Holanda era la región dominante del norte; la influencia política de Holanda dictó en gran medida el dominio borgoñón sobre el territorio. El último conde de Holanda fue Felipe II de España.

Los Países Bajos fueron integrados por el Primer Imperio Francés a Francia (1810–1813).

A partir de 1813, Holanda pasó a ser provincia del Reino Unido de los Países Bajos. Más adelante, en 1840, Holanda fue subdividida en las todavía vigentes provincias de Holanda Septentrional y Holanda Meridional, como consecuencia de la Revolución belga de 1830. Desde 1850, un fuerte desarrollo de construcción nacional provocó que los Países Bajos fueran culturalmente unificados y económicamente modernizados, haciendo de las ciudades de Holanda la fuente de su economía. 

El clima predominante en Holanda es el clima oceánico, se caracteriza por temperaturas suaves y precipitaciones abundantes. Inviernos suaves y veranos frescos con variaciones térmicas poco acentuadas. Sin embargo, debido a la falta de barreras naturales, el clima cambia mucho de una región a otra.

A pesar de ser un país pequeño, Holanda es el segundo mayor exportador de alimentos y flores del mundo, representando el 10 % del PIB del país. Exportando la friolera del 75 % de su producción. Por lo que la agricultura tiene una gran relevancia económica.

En cuanto al cultivo de tabaco , nos remontamos a la época colonial para llegar hasta su origen. En el siglo XVI el tabaco era utilizado para mascarlo , fumarlo en pipa e incluso olfatearlo. En el siglo XVII, Holanda se convirtió en una nación importante para el comercio del tabaco, con Ámsterdam como principal centro de operaciones. Importaron tabaco de Java y Sumatra, se presupone que de alta calidad. Ya en el siglo XVIII iniciaron los cultivos de tabaco propio holandés. El resultado fue muy exitoso, ya que se consiguió tabaco de buen nivel.

El comerciante de tabaco desempeñaba una profesión lucrativa y respetada. Podía mezclar tabacos nativos importados relativamente baratos. Gracias a esto, resultaba más sencillo superar en el mercado a los comerciantes británicos con precios de más bajos. El suministro interno de tabaco también contribuyó positivamente a moderar el suministro irregular de tabaco de Brasil, las Antillas y más tarde, en las Indias Orientales.

El cultivo de tabaco en las provincias de Utrecht y Gelderland arrancó con buen pie gracias a la interacción con los comerciantes de tabaco más orientados a la importación de tabaco nativo hacia Ámsterdam. Estos primeros comerciantes capitalistas estaban dispuestos a asumir riesgos de negociación financiera. Por norma general, las ganancias finales eran más que suficientes. De esta manera, pudieron financiar la cosecha del año siguiente para mantener la continuidad del fructífero negocio.

Ámsterdam se proclamó como el núcleo más poderoso del comercio de tabaco de Europa occidental.

A finales del siglo XVII y durante todo el siglo XVIII, el comercio del tabaco mostró un importante crecimiento. Durante más de 150 años, Ámsterdam fue el depósito central de almacenamiento y punto de tránsito de los tabacos de todos los rincones del mundo.

En el periodo entre 1600 y 1880, mayormente las variedades de tabaco de las colonias españolas y portuguesas (como Brasil) fueron enviadas a Ámsterdam y Rotterdam. Posteriormente, complementado por los tabacos americanos Virginia y Maryland. Más tarde, a finales del siglo XVIII, nacieron variedades de propiedad holandesa procedentes de las colonias de Sumatra, Java y Borneo. Después de 1900 se importaron tabacos orientales turcos , griegos y rusos . Todas estas variedades encontraron su lugar en los almacenes de Ámsterdam y Rotterdam y se comercializaron en las ferias comerciales entonces famosas.

La época dorada de Ámsterdam como centro de comercio del tabaco duró hasta la independencia como colonia holandesa de Indonesia en 1948, aunque ya habían existido interrupciones durante la primera y la segunda guerra mundial. En esta última se produjo el cierre de gran parte de las fábricas debido a la paralización de la industria.

Tras el fin de la guerra y la recuperación de la industria tabaquera, los fabricantes de cigarrillos optaron por monopolizar la producción, reduciendo notablemente el número de fábricas para optimizar las que permanecieron activas. Esta optimización se basó en la contratación de mano de obra especializada y la adquisición de maquinaria avanzada para la producción de cigarrillos, lo que sustituyó a muchos de los trabajadores. En la década de 1970, debido a otros países con salarios más bajos y por ende, mano de obra más barata, la producción de cigarrillos fue trasladada a éstos, lo que provocó el cierre de más fábricas. La elaboración de cigarros ha ido agrupandose en unas pocas empresas multinacionales. Algunas de las casas más importantes dedicadas al tabaco en el país son: Agio, De Olifant, Karel I, Willem II, La Paz o Van der Donk.

A día de hoy, Holanda ocupa los primeros puestos mundiales en cuanto a exportación y producción de cigarros fluctuando entre los tres primeros según año. Por contra, el cultivo de tabaco es testimonial.